Pero esto no quiere decir que una persona optimista vaya a conseguir siempre las cosas antes y mejor (o simplemente conseguir) que un pesimista. A veces, la vida nos obliga a empezar de nuevo, a tener que arreglar lo que hemos intentado, a poner soluciones. Es en ese momento donde radica la mayor diferencia con el pesimista: mientras uno abandona porque empieza a ver sólo oscuridad alrededor, el optimista no deja de ver rayos de esperanza a los cuales aferrarse. Pocas cosas en esta vida carecen de solución y, en cualquier caso, de todas se puede aprender.
Esto no convierte a las personas optimistas en locas idealistas, lo que pasa es que saben ver las oportunidades o ventajas que el resto no. Por eso, podemos decir que los optimistas son los que menos fracasos han tenido, porque todos esos fracasos los han convertido en aprendizaje.
¡¡¡Salud y felicidad!!!
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